Es cierto que en esa dupla no hay vencedores ni vencidos y quizás esa fue la razón que ninguno se mostrara lamiéndose las heridas. A lo sumo, uno sigue exultante celebrando su triunfo electoral que lo colocó en la cúspide del poder político local y el otro muestra el agotamiento de un extenso ciclo de gobierno que no ha podido usufructuar para continuar su carrera política hacia estamentos superiores. Uno ya es historia y el otro es un futuro que se va construyendo a partir de una transición sin alteraciones.

Hay un entorno inmediato tenso y uno cercano encendido por confrontaciones irreconciliables pero como un oasis emerge un cambio de mando local que no anticipa diferencias de fondos. A lo sumo, vendrá el tiempo de reconocer que lo que los guarismos no mostraban eran demandas sociales insatisfechas que vienen como tales desde el fondo de la historia provincial. Son consecuencias de un país desigual y de gobiernos ineficientes para lograr el equilibrio.

Esta semana cierra con la mesa tendida para tomar nota de los avatares de áreas esenciales de gobierno, que se llevan buena parte de recursos públicos. Salud, Seguridad e Infraestructura fueron revisadas por los que están convencidos que hicieron lo que debían o pudieron y los que suponen o estiman que debe hacerse.

En principio se debe tomar como válido que el contexto de crisis nacional configuró un año en curso mucho más complejo que lo proyectado; en consecuencia, el escenario superó a todos pero se salvó el equilibrio de las cuentas equilibradas. Hacia adelante, la recomendación del Jefe de Gabinete en ejercicio es observar las acciones del gobierno central, ya que Salta depende un 70% de la coparticipación nacional.

Por eso es que el gobernador electo, Gustavo Sáenz, pone sus fichas en otra mesa. Es la que espera armar para dialogar con quienes fueron sus principales contenientes, los todavía hoy diputados nacionales Sergio Leavy y Alfredo Olmedo. Necesita pasarlos a su trinchera porque sospecha que la lucha que viene será dura; deberá enfrentar a enemigos que golpean muchísimo a la gente, frente a los cuales no tiene una armadura resistente.

Una infraestructura social sólida como le dijo su antecesor que le está dejando son edificios nuevos o mejorados con destino al funcionamiento de hospitales pero sin equipamiento ni recurso humano capacitado; son escuelas que se levantaron de a una por mes en todo el territorio sino una educación adecuada para construir una Provincia para el próximo medio siglo por lo menos. Y solo con salud y educación se puede vencer la pobreza que impide ejercitar derechos humanos básicos.

El Ejecutivo Provincial electo, al igual que muchos municipales, no se referenció en ninguna estructura nacional. Surgió de un conglomerado de expresiones que se aglutinaron en torno de la figura del intendente capitalino, ungido hoy como un gobernador que puede tejer cualquier trama de relaciones.

Es cierto que hay una provincia pacificada y con servicios. Con muchas necesidades y también ganas de salir de la marginalidad a la que la condena un modelo macrocefálico de país. Es la tarea por realizar, desde siempre.

Salta 15 de noviembre de 2019