El G7 reafirmó presión sobre Rusia y respaldó esfuerzos de Trump por un alto el fuego
Los ministros de Exteriores del organismo mantuvieron una reunión con el canciller ucraniano y dejaron en claro el respaldo occidental a Kiev
Los ministros de Exteriores del G7, reunidos de forma virtual este lunes junto con el canciller ucraniano Andrii Sybiha, reafirmaron su intención de mantener la presión económica y financiera sobre Rusia hasta que ponga fin a la invasión de Ucrania. La declaración conjunta, encabezada por la ministra canadiense Anita Anand, quien preside actualmente el grupo, subrayó que los países miembros “agradecieron los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos, bajo el liderazgo del presidente Donald Trump, que abren la posibilidad de un final pacífico y duradero de la guerra”.
El comunicado, respaldado también por la alta representante de la Unión Europea, Kaja Kallas, no se limitó a los aspectos económicos. Los ministros enfatizaron la necesidad de garantizar la integridad territorial de Ucrania, proteger su independencia política y asegurar la liberación de prisioneros de guerra, civiles y niños ucranianos trasladados a territorio ruso. “La paz sólo puede consolidarse cuando ambas partes alcancen una solución justa, equitativa y sostenible”, señalaron los participantes en un tono que buscó conciliar firmeza con diplomacia.
El mensaje llega en un momento de alta actividad diplomática. El primer ministro canadiense, Mark Carney, realizó ayer una visita inesperada a Kiev, donde se reunió con Volodímir Zelensky. Allí, Carney anunció un nuevo paquete de ayuda militar que incluye sistemas de defensa, drones y un préstamo de emergencia, al tiempo que no descartó el envío de una misión de paz bajo bandera internacional. “Nada puede descartarse mientras el objetivo siga siendo la paz”, declaró en conferencia de prensa.
El propio Trump ha intensificado en los últimos días su protagonismo en la búsqueda de un alto el fuego. Tras la cumbre con Vladímir Putin en Alaska el pasado 15 de agosto —una reunión simbólica pero sin avances concretos—, el presidente estadounidense amenazó con nuevas sanciones a Moscú si no se registraban progresos en las negociaciones. “Rusia debe dar pasos claros hacia un acuerdo; de lo contrario, enfrentará consecuencias económicas más severas”, dijo el mandatario.
Algunos gobiernos, como el de Italia, han expresado respaldo explícito a los movimientos de Washington. “Apoyamos los esfuerzos del presidente Trump y vemos algunos avances”, señaló el ministro de Exteriores, Antonio Tajani, en declaraciones recientes. Pero otros socios, en especial dentro de la UE, se muestran cautelosos. Kallas recordó que “la unidad transatlántica, el apoyo a Ucrania y la presión sobre Rusia son la única forma de terminar esta guerra y prevenir futuras agresiones rusas en Europa”.
La tensión entre unidad y fractura no es nueva. Durante la cumbre del G7 celebrada en junio en Alberta, Canadá, la falta de consenso se tradujo en declaraciones finales debilitadas. Trump se negó a respaldar algunos puntos del comunicado conjunto, lo que dejó en evidencia las dificultades para mantener alineados a los siete miembros en torno a un mismo mensaje.
A pesar de esas fisuras, la presión económica contra Moscú sigue siendo la herramienta más visible del G7. Desde el inicio de la invasión en febrero de 2022, los países occidentales han desplegado un arsenal de sanciones que van desde restricciones al sistema bancario y tecnológico hasta topes al precio del petróleo ruso. El Kremlin, sin embargo, ha encontrado formas de amortiguar el golpe, en parte gracias a sus vínculos con países como China e India, que aumentaron sus importaciones de energía rusa. Esta capacidad de adaptación ha mantenido la guerra en un punto muerto más prolongado de lo esperado.
Para Ucrania, las garantías de seguridad que se mencionaron en la reunión son un componente crítico. Zelensky ha insistido en que cualquier acuerdo de paz debe incluir compromisos verificables de defensa y apoyo militar para evitar que Rusia reanude sus ataques en el futuro. En este sentido, la coordinación con Estados Unidos será decisiva: Washington ha sido hasta ahora el mayor proveedor de ayuda militar y financiera a Kiev, aunque las tensiones políticas internas han complicado la aprobación de nuevos paquetes de asistencia.
Anita Anand, al asumir la presidencia del G7, encarna parte de esa continuidad en la política canadiense hacia Ucrania. Como ministra de Defensa, lideró la ampliación de la misión Operation Unifier, que entrenó a miles de soldados ucranianos, y supervisó la entrega de sistemas NASAMS de defensa aérea. Su nuevo rol como canciller le otorga una plataforma para proyectar el liderazgo canadiense en el frente diplomático, reforzando a la vez los vínculos con Washington y Bruselas.
Con información de Infobae
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