Opinión Mónica Juárez 29/07/2025

Favaloro: el espejo roto de una Argentina que lo dejó solo

Hace 24 años, el doctor René Favaloro se quitó la vida. Y cada año que pasa, su decisión resuena como un grito que no se apaga. Un grito contra la indiferencia, contra la desidia, contra la miseria política que convierte en héroes a los mediocres y en estorbo a los honestos.

René Favaloro no murió por una depresión sin causa. Se mató porque creyó que la dignidad no podía hipotecarse, porque luchó hasta el final por sostener un proyecto de salud pública de excelencia, y porque entendió —con dolor, con impotencia, con tristeza— que el Estado argentino le daba la espalda a la ética, a la medicina, y a él.

El hombre que revolucionó la medicina cardiovascular en el mundo, que creó el bypass aortocoronario y pudo haberse quedado a vivir en cualquier capital del primer mundo, eligió volver a la Argentina para apostar por algo más grande que su propia carrera: un sistema de salud digno, equitativo y al alcance de todos. Su Fundación no solo operaba corazones: encarnaba una idea de país. Uno donde el conocimiento estuviera al servicio de la gente, no del mercado. Uno donde la salud no fuera una mercancía, sino un derecho.

Pero Favaloro se encontró con otra Argentina. La de los pagos atrasados, los funcionarios que no atendían el teléfono, las promesas vacías y los favores que se cobran con lealtades ciegas. “Estoy cansado de golpear puertas y que nadie me escuche”, escribió en su última carta. No fue solo una despedida. Fue una acusación.

¿Qué dice de nosotros como sociedad que no pudimos sostener al hombre que salvó miles de vidas? ¿Qué dice de nuestra política que todavía hoy, más de dos décadas después, la salud pública siga siendo una cuenta pendiente, un ítem de ajuste, un botín de campaña?

En la Argentina actual, donde muchos de los que conducen los destinos del país desprecian la educación, se burlan de la ciencia y recortan la salud como si fuera un gasto superfluo, recordar a Favaloro es más que un ejercicio de memoria. Es un deber cívico. Es mirarnos en el espejo de lo que pudimos ser y no fuimos. Y es asumir que, mientras sigamos premiando la especulación por sobre la vocación, lo de Favaloro no fue una excepción. Fue un síntoma.

Su legado vive en médicos que siguen resistiendo en hospitales con techos que se caen, en investigadores que hacen ciencia con sueldos de miseria, en docentes que enseñan por compromiso más que por salario. Vive en cada persona que entiende que la ética no es una utopía, sino un acto cotidiano.

Favaloro nos dejó más que una técnica quirúrgica. Nos dejó una lección de integridad, de coherencia, de amor por el otro. Nos enseñó que el verdadero poder no está en los cargos, sino en las convicciones. Y que cuando el Estado abandona a sus mejores hombres, no sólo los traiciona a ellos: nos traiciona a todos.

Hoy más que nunca, su nombre nos interpela. Porque si Favaloro volvió al país para construir, y terminó muriendo por no querer robar, la pregunta ya no es por qué se fue. La pregunta es qué hicimos —y seguimos haciendo— para que hombres como él ya no encuentren lugar en esta Argentina.

Te puede interesar

Renovación

Se avecinan nuevos tiempos políticos, frente a un mapa reconfigurado por las elecciones. Al cierre del año electoral, el último acto es reflejar la voluntad del electorado en un gabinete ejecutivo que debe enfrentar la segunda mitad del mandato. El Presidente de la Nación tomó la punta y el Gobernador de la Provincia puede transitar un camino similar, que le facilite la tarea de enfrentar los cambios en la Casa Rosada.

Testimoniales

En las pasadas las elecciones el pueblo argentino expresó el apoyo al gobierno nacional con absoluta claridad. Sin dudas, la sociedad mantiene expectativas en el gobierno del presidente Milei, contribuye a eso, también la muy mala performance de los anteriores dos gobiernos que dejaron muy baja la vara de medición respecto al ejercicio de las políticas públicas.

La incómoda foto del turismo argentino: llegan menos, no alcanza lo que se mueve adentro y se van cada vez más

La incómoda foto no sólo interpela al sector turístico: llega en un momento político sensible, con cambios tras las elecciones, dudas en varias provincias y la salida de Guillermo Francos del Gabinete. En este escenario, la gestión de Daniel Scioli al frente de Turismo quedará bajo la lupa, más allá de los alineamientos partidarios.

Consenso

La efervescencia electoral ya se aplacó y se ponderaron los resultados de los últimos comicios en términos de bancas en ambas cámaras del Congreso. El oficialismo nacional fue un claro ganador pero solo mejoró su posición negociadora para encarar las reformas de segunda generación.

Libertad

“Hemos ido a una elección, hemos ganado, pero no hemos derrotado a nadie, porque todos hemos recuperado nuestros derechos”. Cuarenta y dos años después, esta expresión sigue siendo una síntesis de lo que quizás la historia argentina reconozca como una gesta que cambió el camino ignominioso por el que transitaba la vida institucional, alternando gobiernos democráticos con dictaduras cívico militares.

Achicar el Gabinete no es un gesto: es una señal política

La provincia de Salta abrió un debate que, tarde o temprano, todas las administraciones provinciales deberán dar: cuánto cuesta el Estado y qué tan eficiente es en la gestión.