Cultivar la prudencia y la templanza
Oportuno momento vive la Argentina para cultivar la prudencia y la templanza. Y no se trata del teorema de Baglini, ni de aquella vieja máxima que postula que los militantes nacen incendiarios y se vuelven bomberos.
Raúl Baglini postuló su teorema en el año 1986 durante una sesión de la Cámara de Diputados en la que —adivinen qué curiosidad— se discutía la deuda de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional. El legislador acusaba a la oposición de ser irresponsable en sus discursos, y postulaba que la ligereza y la vehemencia de las propuestas por parte de un dirigente político es inversamente proporcional al grado de cercanía que tenía con el ejercicio del poder.
En otras palabras, explicaba que en el juego democrático la oposición suele apelar a discursos disparatados y propuestas radicales para interpelar a la ciudadanía descontenta. Así hasta que logra acceder al poder y convertirse en oficialismo, momento en el que su discurso se desplaza del atrevimiento y la imprudencia hacia la mesura y la responsabilidad.
Aquel respetado legislador no vivió lo suficiente para ver brutalmente desafiado su concepto. Murió en 2021, dos años antes de que llegara un Gobierno que no solo mantuvo su discurso extremo de oposición, sino que además lo extendió a cada área de las instituciones y lo profundizó.
Con el teorema invertido, y desde la intuición de la experiencia histórica, a la oposición no le queda mejor camino que la mesura, el respeto y el diálogo persuasivo. No es solo un camino ético y socialmente responsable, es un camino estratégico para la construcción de una nueva mayoría competitiva.
El fallo de la Corte Suprema de Justicia que ratificó la condena a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner dejó más preguntas que respuestas. Confirmó más prejuicios y sesgos que certezas.
En esta columna ya hemos realizado algunas consideraciones acerca del funcionamiento de la Corte en oportunidades anteriores. Como por ejemplo la necesidad de completar su conformación y de que se incluyan juristas respetados y representativos del sistema federal de la Argentina. No hay mujeres ni hombres del interior del país en esta Corte Suprema que funciona con dos miembros amputados.
La Justicia también debe ser equilibrada: no es saludable el trato diferencial entre ciudadanos, no debería generar sospechas sobre la celeridad y la selectividad con que aborda los casos de toda la dirigencia política. ¿No es curioso que la mayoría de las investigaciones mediáticas que derivan en judiciales siempre recaigan sobre dirigentes de un mismo sector político?
Si cargáramos los acontecimientos políticos-judiciales de las últimas décadas y le pidiéramos a la inteligencia artificial que recree el símbolo de la Justicia en Argentina probablemente nos devolvería una figura con dos miembros amputados y el velo convertido en un parche que deja mirar con un solo ojo. Daría la impresión de que la balanza está notablemente inclinada. Y compleja situación atraviesa un país cuando se judicializa la política o se politiza la Justicia. ¿Dónde queda entonces la representatividad del Congreso, la división de poderes, la voluntad de la ciudadanía?
Volviendo a Salta, nuestro territorio y nuestro espacio de referencia, quiero destacar que esta semana se llevó adelante un valioso encuentro ecuménico entre las iglesias de la fe cristiana. Mientras en el mundo recrudecen las diferencias y los enfrentamientos de base religiosa, los salteños siguen apostando por la concordia, la paz social y el diálogo. La jornada fue organizada por la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Antioquía, la Iglesia Anglicana Argentina Norte, la Iglesia Evangélica Metodista Argentina, la Iglesia Católica Apostólica Romana, el movimiento de los Focolares, y la Iglesia Asociación Evangélica Asamblea de Dios.
Sin dudas se trata de testimonio de la unidad y el diálogo entre las distintas expresiones de fe de nuestra provincia. Ese es el camino que tenemos que seguir profundizando en todas las esferas de la vida pública.
A veces, lo que se hace en el pago chico tiene influencias que trascienden las fronteras. Pensemos, ya que estamos en el mes de su aniversario, en el General Martín Miguel de Güemes. Su obra política y militar fue decisiva para Salta, para el desarrollo de nuestro pueblo, pero la dimensión de su legado fue continental e indispensable para la independencia de todo el territorio nacional. Ahí tenemos un camino, como siempre decimos: al futuro de la Patria lo vamos a encontrar en el norte profundo.
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