Opinión12/05/2025

Reconciliación

Las elecciones de medio tiempo 2025 en Salta ya son historia. De ella se deben tomar varias lecciones porque la aparente escasa importancia que la ciudadanía le asignó, encendió alarmas que la política no debe ignorar.

Una serie de aspectos contenidos en los resultados muestran que se ha llegado a un punto que precipitó la tormenta perfecta. Queda la sensación que los comicios no han generado los cambios que se esperan para ir perfeccionando el sistema democrático.

Debe destacarse que los legisladores provinciales y municipales elegidos este domingo asumirán entre fines de noviembre y principio de diciembre. Tal como precisó el gobernador de la Provincia, de las 11 bancas en el Senado que se pusieron en juego, 10 quedaron en manos del oficialismo y de las 30 de Diputados, 20 le corresponden al sector que lidera. Esto es, sigue manteniendo su hegemonía en la Legislatura Provincial.

Sin embargo, esta lectura lineal no explica mucho porque desde hace tiempo que está puesto en tela de juicio el sistema de representatividad. Especialmente los especialistas vienen llamando la atención sobre ese déficit que tiene la institucionalidad salteña pero la política no recoge el guante. En realidad, no lo hacen sus referentes porque todos han logrado su cuota de poder a partir de las actuales condiciones y suelen adecuar los procesos electorales a su conveniencia.

Las consecuencias, sin embargo, son negativas y se van evidenciando de manera creciente. Es lo que se estaba señalando durante toda la campaña electoral, cuando los propios candidatos hablaban de la apatía que manifestaba la sociedad aunque lo hacían como si fuese una falta ciudadana y no una responsabilidad de quienes, con un lenguaje claro, estaban obligados a dar la información adecuada sobre sus intenciones. Los partidos políticos solo prestan su nombre y sello para integrar frentes o alianzas que llevan una variopinta propuesta de candidatos.

El primer dato que emergió al término de los comicios fue el de la baja participación de los habilitados a votar; sumaban casi un millón 100 mil personas pero solo participó el 58.75% en toda la provincia. Este registro se ubica apenas un punto por encima de la peor marca de las 27 elecciones que se sucedieron desde 1983 a la fecha, incluyendo las PASO que ya han sido eliminadas. Es la que se corresponde con la elección de renovación legislativa de 2009, que por escaso margen sostuvo la mayoría legislativa del oficialismo, que claramente se asumía como justicialista en manos del entonces gobernador Juan Manuel Urtubey. En esa oportunidad solo asistió un 57.78% del padrón en toda la provincia aunque hubo una mayor participación en la Capital, que jugaba su banca en el Senado. Fue la elección en la que con un 24% de los votos, Gustavo Sáenz ingresó a esa Cámara.

No se puede discutir que está justificada la celebración del mandatario por los resultados del 11 de mayo pero también queda en claro que la mitad del padrón acapara las bancas, ratificando que la Capital está subrepresentada. El triunfo de los libertarios en el principal distrito electoral salteño no fue anticipado por las encuestas previas pero los cinco puntos del senador electo y los siete que recogieron los diputados que van a ingresar, por arriba de los candidatos oficialistas muy apalancados por la administración provincial, le da una fuerte legitimidad a esa representación. Pero en la tarea legislativa no se va a notar cuando pretenda de avanzar con sus proyectos.

La dirigencia de los partidos y la que tiene funciones electivas deben ocuparse de salvar a la política para reconciliarla con la sociedad. Sin ella, la democracia será solo una expresión formal.

Salta, 12 de mayo de 2025

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