Esperanza
El nuevo gobierno ya ha cumplido medio año de gestión, más allá de la opinión que tengamos cada uno sobre su desempeño, es un hecho que la esperanza de una buena parte de los argentinos sigue intacta.
La esperanza es el motor del desarrollo y transforma la realidad, el compromiso, el presente y el futuro. Devolverles la esperanza a los argentinos es devolverles la confianza.
La vieja política le ha robado la esperanza a la gente. Recuperarla es recuperar un proyecto de país, una vida digna y un futuro para cada familia. Hay que erradicar el miedo y la incertidumbre de cada argentino con hechos concretos, palpables.
Cuidado, no alcanza sólo con echar la culpa a la herencia recibida y a la mala política. Es cierto que la política que conocen los argentinos sólo les ha quitado el presente y robado el futuro.
Pero entendamos que no hay futuro sin trabajo. No hay presente con el ajuste como bandera.
Basta de decir siempre lo mismo para hacer lo mismo de siempre.
Basta de inventar enemigos para gobernar. Quienes necesitan enemigos no piensan en la gente, piensan en el poder. Los argentinos necesitan nuevas formas de gobernar, con más hechos concretos que palabras.
Cerrar la grieta es estar en un camino común, un camino para todos. Es devolver la esperanza. Es gobernar para la gente.
Profundizar la grieta es profundizar el odio. Y nada bueno llegará para los argentinos en manos de quienes fomentan ese odio.
Necesitamos un país que escuche a su gente. No se transforma la Argentina si sólo hablamos y no escuchamos.
Un país sin viejas recetas, sin soluciones absurdas, un país donde se llame para gobernar a los mejores, sean de dónde sean pero con un sólo destino: el bienestar de la gente.
Tenemos que lograr que la gente deje de ser víctima de un gobierno y pase a ser beneficiaria.
El Estado tiene obligaciones indelegables. El Estado tiene la obligación de cuidar a la gente. Si es ineficiente, no lo hace.
No echemos la culpa a los trabajadores que desde el Estado sirven a la gente. Echemos a los que no trabajan y cobran. Y a los que los contratan.
El ajuste no es un logro. Quienes logren plantar las bases de un país que crezca con su gente, habrán cumplido con su obligación.
Luchemos por un país que crezca con su gente. Un país que se financie con el trabajo de los argentinos. Un gobierno que no festeje endeudarse ni menos aún dejar a gente sin trabajo.
Un país con las mismas oportunidades para todos, con los mismos derechos. La guerra de las tarifas, la brutal manipulación política que sufrieron los argentinos, ya estaba perdida de antemano para los argentinos que viven en las provincias. Ellos pagaban desde hace años tarifas altísimas. Ahora es peor.
Un país federal comienza cuando los gobiernos entienden que las provincias son su principal valor y no su peor carga.
Las economías regionales son importantísimas para las provincias. Los gobiernos centrales las ignoran, no las toman en serio. Sin empleo, sin economías regionales y sin una coparticipación en serio sólo se cosechará atraso y dolor.
Sólo se sirve al país cuándo uno le sirve a la gente. No existe una Argentina en crecimiento con su pueblo empobreciéndose.
Es la gente. Es toda la gente. Es lo único que importa y para lo que debe servir un gobierno.
Apoyar lo que creemos bueno y criticar lo que es malo. Esto hacerlo con un gobierno, con un amigo, con los hijos y con todo lo que sentimos importante. Esto no es embanderarse, es sólo tratar de ser buena gente, útil a los demás.
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