Ajuste e inflación
Recientemente el Gobierno nacional celebró como un gran logro la reducción de la inflación del mes de marzo que, aún, siendo de las más altas del mundo, es menor que la del mes anterior.
Recordemos que el problema no empezó el 10 de diciembre con la asunción de la actual administración. El anterior gobierno hizo un desastre, la gente no soporta otro.
Vengo insistiendo que es primordial reducir la inflación, pero es un desatino que se pretenda hacer a costa de los argentinos. La lucha contra la inflación es con los argentinos, y no dejando a todos afuera.
Bajar la inflación y al mismo tiempo el nivel de vida de la clase media y los más desamparados no parece ser el camino.
La desaceleración de la inflación ha venido acompañada de una caída en el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones, que ya estaban en bajos niveles al inicio de la gestión.
El gasto público bajó, en términos reales, 20% en programas sociales, 38% en jubilaciones, 54% en subsidios económicos, 65% en gastos de funcionamiento, 77% en trasferencias a provincias y 80% en inversión de obra pública.
Todas estas medidas, en primer lugar, dejan en evidencia la voluntad del gobierno, de que el esfuerzo lo hagan los ciudadanos en situación de mayor vulnerabilidad y, por cierto, afectando seriamente la capacidad operativa de todas las provincias, que vieron reducidos sus ingresos en un 23,6%, casi el doble de la reducción sufrida por el gobierno nacional que solo alcanzo al 12,5% de los recursos.
En segundo lugar, un ajuste de estas características, no parece ser sustentable a mediano plazo, toda vez que la recaudación fiscal se cayó en más del 16%, siempre hablando en términos reales, caída que superaría el 24% si no contemplásemos el impuesto PAIS y las retenciones.
La actividad económica se desplomó, con promedios del 25% en los índices de la Construcción, de más del 22% en las ventas minoristas, la fabricación de autos en un 35%, entre tantos, que podríamos resumir en la impactante caída del uso de la capacidad instalada de la industria que llegó al 54%, cifra que solo llego a ser menor durante la reciente pandemia.
La ausencia de un plan sustentable que recorra un camino más o menos parecido al que recorrieron todos los países del mundo que han sido exitosos en la lucha contra la inflación, sumado a las prácticas políticas de un muy bajo umbral institucional representan una compleja combinación que atenta contra las reales posibilidades superar nuestros crónicos problemas económicos.
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