La inflación primero
La semana pasada hablamos sobre la imperiosa necesidad de lograr que el pacto anunciado por el gobierno sea producto de un acuerdo real que involucre la voluntad de los distintos sectores de la sociedad transformándolos en protagonistas del esperado cambio que tanto anhelamos los argentinos.
Es por todos sabido que ningún país del mundo puede crecer y bajar la pobreza si tiene altos niveles de inflación.
Los países desarrollados que sufrían este flagelo y aún aquellos en vías de desarrollo, entre ellos varios de América Latina, lograron derrotar la inflación a fines del siglo pasado.
Resulta de gran utilidad identificar las acciones que se repitieron en prácticamente todos los casos a los que hago alusión.
En primer lugar debemos remarcar el Acuerdo entre las distintas expresiones políticas, empresariales, gremiales, profesionales y sociales que dio estabilidad y transformó en política de Estado a la estabilidad de precios.
Las reformas estructurales, sobre todo en el Estado, estuvieron acompañadas de importantes reformas impositivas tendientes a atenuar la presión sobre los factores de la producción.
A la absoluta independencia del Banco Central y la consecuente restricción al financiamiento del sector público, se le sumó un tipo de cambio competitivo y acuerdos de precios y salarios, aunque sea por breves períodos.
Todas las políticas mencionadas, más las acciones tendientes al acceso al mercado de capitales estuvieron acompañadas de políticas de una marcada tendencia al crecimiento de la economía a través de todos los mecanismos disponibles.
Cediendo la inflación aumentaron los ingresos y con el acceso al crédito, creció el consumo, como así también las exportaciones.
En todos los casos se repitieron prácticamente todos los patrones a los que hice referencia y el resultado fue una rápida reducción inicial de la inflación, en una primera instancia y luego de unos años de sostener estas políticas se alcanzó los actuales niveles que, fuera del evento de la pandemia, promedian los 4 puntos de inflación anual.
Estudiar los casos exitosos nos puede permitir la manera de encontrar caminos que nos alejen de la dialéctica perversa con la que nos venimos manejando en los últimos muchos años, alternando emisión para financiar el déficit fiscal y en épocas de crisis, ajuste del gasto, casi siempre recortando la inversión o achatando la pirámide salarial, lo cual termina perjudicando al conjunto de la sociedad y al propio Estado, como bien señala Remes Lenicov.
Es hora de animarnos a cambiar en serio, cambiar no es castigar a la gente condenándola a la miseria, cambiar es dejar de repetir políticas que hasta acá no han hecho otra cosa que arrastrar décadas de fracaso.
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