Alfonsín, 40 años atrás

Con rigor histórico y con esa sobriedad que no abunda, su realizador seleccionó momentos de la campaña electoral de 1983, así como otros acontecimientos vividos bajo la presidencia de Alfonsín. Tales, por ejemplo, el juicio a las Juntas y sus vicisitudes hasta la Ley de Obediencia Debida, los intentos de concertación social (finalmente fracasados).

Muchas imágenes y detalles me eran desconocidos dado que, hasta comienzos de enero de 1984, viví en Madrid, con mi familia. 

Por aquel tiempo, un grupo de amigos habíamos avanzado en debates autocríticos; sobre todo referidos al papel de las organizaciones terroristas, y a la desafortunada gestión de gobierno tras la muerte de Perón. Nuestro contacto con la transición del franquismo a la democracia, nuestros cursos en las Universidades españolas abrieron nuestras mentes. 

Funcionaba también por aquel entonces una suerte de mini multipartidaria donde dialogábamos exiliados de distintas procedencias, unidos por el rechazo al terrorismo. 

Creo que ni los propios amigos radicales exiliados imaginaban que Alfonsín derrotaría a Lúder. Pero había algo en el ambiente que presagiaba cambios. Era muy pesada la mochila cargada de los fracasos del segundo peronismo (1970/1976).

Alfonsín hablaba como un líder europeo; conectaba con Adolfo Suárez, con Felipe González. Lo veíamos, a la distancia, como un líder socialdemócrata, preocupado por las libertades, la democracia constitucional, la necesidad de depurar las responsabilidades del terrible ciclo de asesinatos terroristas, por las formas institucionales, por la paz.

Tuve la suerte de conocerlo y de colaborar con él en el diseño y ejecución de políticas sociolaborales, primero, y de desarrollo regional después. 

En el documental Alfonsín confirma sus dotes de orador extraordinario, enseña cómo se gestionan los conflictos (se sienta con Ubaldini, viaja a la unidad militar sublevada y habla con los rebeldes. Mantiene el rumbo, sabe ceder y no ceder). Sus discursos muestran la influencia del gran pensador que fue Carlos NINO y respiran krausismo. Es decir, ideas de Karl KRAUSE, filósofo alemán que está en el origen de casi todas nuestras propuestas liberalizadoras del siglo XX: Desde el primer proyecto de Ley Laboral elaborado por Joaquín V. González, a las más audaces ideas en materia de Educación en las que abrevó Victorino de la Plaza, entre otros salteños.