En el año 1938, en EEUU un joven relata por la radio que están llegando a la tierra unos seres provenientes del planeta Marte y que somos invadidos por esos extraterrestres. Ese joven fue Orson Welles, quien a partir de ese entonces fue director, guionista, actor y productor cinematográfico durante muchos años, participando en nada menos que 67 películas, algunas de ellas -como El Ciudadano Kane- son íconos de la filmografía mundial. El caso es que antes y durante la trasmisión radiofónica que aludimos, la emisora repitió varias veces que ese relato era ficticio, que era radioteatro y no una noticia veraz; sin embargo, muchísimos radioescuchas entraron en pánico, llamaron a la policía, se escondieron en refugios; atravesaron descampados para guarecerse en bosques y otras acciones de supuesta protección frente a la amenaza de otro mundo. Se dijo también que algunos llegaron al suicidio. Aún después de la trasmisión se siguió informando a la población de lo falso del contenido de la supuesta noticia, sin embargo muchísimas personas seguían convencidas  de la invasión y catalogaban la información aclaratoria y veraz como falsa.

Este ejemplo histórico fue motivo de estudios pluriculturales arribándose a varias conclusiones. Lo que nos ayuda en este caso es que la gente, en muchos casos,  alimenta  sus convicciones con informaciones o noticias falsas, aunque por otro lado se trate de hacerle entender lo artificioso de esa noticia. No quiere siquiera escuchar razones, nadie lo aparta de esa idea y considera un aliado de su pensamiento el medio que difunde la noticia en lo que se apoya para sostener su postura.

Hoy en día proliferan las noticias falsas, toda vez que se convirtió en un arma útil tanto para levantar como para hundir personas, actos o hechos. Los actores de esta práctica la usan sin pudor violando conceptos que estaban arraigados en el periodismo, como la verosimilitud de la noticia. Las redes de internet se convirtieron en mensajeras de noticias falsas, dada la facilidad que la tecnología informática ofrece al creador artificioso de desvirtuar lo verdadero y convertirlo en falso. Se sabe que hay receptores, se cuenta con quienes difundirán el engaño ayudando a consolidar mentiras verdaderas, con ese título otro valioso clásico del cine que demuestra, claramente, lo que acá decimos.

Se ha transformado, lamentablemente, en un mal que abarca a muchísimas personas y no solo a una como estaba destinado el diario que le imprimían ex profeso al Presidente Hipólito Yrigoyen, para convencerlo de la buena marcha de su gobierno.

Esta práctica extendida en el mundo ha recibido críticas muy serias de personas e instituciones que dan un combate contra lo difícil y artero de las noticias falsas, entre los que se encuentra el Papa Francisco.

Hay medios de comunicación cuya trayectoria se ha cimentado en lo veraz lo que constituye un placentero descanso escucharlo o leerlo sin estar en alerta en forma casi constante. Otros, por el contrario, son expertos en desvirtuar lo cierto y mudarlo en engañoso. En esos casos hay que avivar nuestro juicio y defendernos, para no ser conducidos a lo fraudulento.  Que no nos pase como a Severo, que perdió su capacidad crítica.