Qué es linfoma cerebral, el tipo de cáncer que le diagnosticaron a Raphael
El artista, quien fuera ingresado de urgencia el pasado martes 17 de diciembre tras sentirse indispuesto durante la grabación de un especial de Navidad, permanece internado en el Hospital 12 de Octubre de Madrid desde entonces.
En las últimas horas, el cantante Raphael fue diagnosticado con un linfoma cerebral, según informó su oficina de representación en una parte médico. Esta patología oncológica, de acuerdo al Cancer Research UK, es poco frecuente, ya que representa alrededor del 2% de todos los tumores del cerebro o de la médula espinal.
El artista, quien fuera ingresado de urgencia el pasado martes 17 de diciembre tras sentirse indispuesto durante la grabación de un especial de Navidad, permanece internado en el Hospital 12 de Octubre de Madrid desde entonces. Inicialmente, se barajó la posibilidad de que Raphael sufriera un accidente cerebrovascular, pero esta hipótesis fue descartada tras las primeras pruebas realizadas al artista.
El parte médico indica que Raphael padece un linfoma cerebral primario, el cual se ha manifestado con dos nódulos localizados en el hemisferio izquierdo de su cerebro, responsables de los síntomas neurológicos que presentaron.
“Los linfomas cerebrales primarios (LCP) son tumores poco comunes que se originan en el cerebro o la médula espinal. A diferencia de los linfomas que se diseminan al cerebro desde otras partes del cuerpo, los LCP comienzan en el sistema nervioso central”, explicó a Infobae el doctor Alejandro Andersson, neurólogo, director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA).
En ese sentido, Julieta Rosales (MN 144522), jefa de la Unidad de Stroke de la Sagrada Familia, afirmó en diálogo con Infobae: "Los linfomas, que son células neoplásicas que derivan de los linfocitos, pueden ser linfoma de Hodgkin y linfoma no Hodgkin, pero el linfoma primario del sistema nervioso central es un subtipo de linfoma no Hodgkin, porque este es del cerebro y afecta únicamente al cerebro. Son linfocitos anómalos que se reproducen en forma desmedida".
Según Mayo Clinic, un tumor cerebral es una masa de células que se forma en el cerebro o en estructuras cercanas, como los nervios, la glándula pituitaria, la glándula pineal o las membranas que recubren el cerebro.
“La causa exacta de los LCP se desconoce, pero se cree que el sistema inmunitario juega un papel importante. Las personas con sistemas inmunitarios debilitados, como aquellas con VIH/SIDA o que han recibido un trasplante de órgano, tienen un mayor riesgo de desarrollar LCP”, destacó Andersson.
Existen diversas clasificaciones y tipos de tumores cerebrales, que pueden ser benignos o malignos. Los primeros no son cancerosos y suelen desarrollarse más lentamente, pero, al crecer, pueden ejercer presión sobre el tejido cerebral. En tanto, los cancerosos tienden a crecer rápidamente y pueden invadir y destruir tejidos cerebrales, según detallan desde Mayo Clinic.
Linfoma cerebral: de síntomas a factores de riesgo
Esta clase de tumores poco frecuentes, al desarrollarse en el sistema nervioso central, se presenta como una patología compleja tanto en su diagnóstico como tratamiento, ya que su manifestación clínica depende de su ubicación en el cerebro.
“Los síntomas de los LCP son variables y dependen de la ubicación del tumor en el cerebro”, explicó Andersson. Al tiempo que enumeró los síntomas más comunes:
- Problemas neurológicos: como debilidad en un lado del cuerpo, dificultad para hablar, problemas de visión, cambios en el comportamiento o la personalidad.
- Dolor de cabeza: puede ser persistente o empeorar con el tiempo.
- Náuseas y vómitos.
- Convulsiones.
- Problemas de memoria y concentración.
“Muchas veces el linfoma afecta al cuerpo calloso, que es una estructura cerebral, pero normalmente como genera efecto de masa, puede causar cefalea, convulsiones, y, cuando afecta el cuerpo calloso, puede generar alteración cognitiva. Dependiendo de la localización, si afecta el área motora, puede generar debilidad; el área del lenguaje, problemas para hablar, y así sucesivamente. Pero, a veces, solo provoca dolor de cabeza o convulsiones”, destacó Rosales.
De todas maneras, su presencia se asocia con ciertos factores de riesgo, los cuales que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar la enfermedad.
“La verdad es que la causa exacta se desconoce, pero se sabe que hay factores que predisponen al riesgo de desarrollarlo, como por ejemplo un sistema inmunitario debilitado, que puede suceder por HIV/SIDA o un trasplante de órganos, por poner algunos ejemplos, o por la presencia de alguna enfermedad autoinmune o medicación inmunosupresora”, resaltó Andersson.
En ese sentido, agregó: “También se menciona la infección por el virus de la mononucleosis infecciosa, el virus de Epstein-Barr. Incluso, a medida que aumenta la edad, se incrementa el riesgo, lo que tal vez tiene que ver con los cambios en el sistema inmunitario. Sin embargo, el pico se da entre los 50 y los 70 años”.
“Afecta a ambos sexos, pero un poco más a hombres - continuó el experto -. Por supuesto, si hay antecedentes familiares de linfoma en el grupo familiar, la chance aumenta”.
“Todo estado de inmunosupresión aumenta el riesgo, ya sea por VIH, personas que toman inmunosupresores, como en el caso de personas trasplantadas. También es un factor de riesgo la infección por el virus de Epstein-Barr. De hecho, cuando se realiza una punción lumbar a estos pacientes, es importante solicitar una PCR viral para Epstein-Barr. Básicamente, cualquier tipo de inmunosupresión es un factor de riesgo”, destacó Rosales.
Linfoma cerebral: diagnóstico y tratamiento de una patología poco frecuente
El diagnóstico de esta clase tumores es complejo, ya que sus síntomas pueden confundirse con otras enfermedades neurológicas. Desde resonancias magnéticas, biopsias y punción lumbar, hasta quimioterapia, radioterapia y terapia dirigida, ¿qué le espera al cantante tras la detección del linfoma cerebral?
En palabras de Andersson, identificar esta patología “puede ser difícil” debido a las manifestaciones y su similitud con otras afecciones neurológicas. Sin embargo, para poder determinar el tamaño del tumor y su ubicación, las pruebas que se utilizan son:
- Resonancia magnética (RM) del cerebro: es la prueba más útil para diagnosticar LCP.
- Biopsia: se extrae una muestra de tejido del tumor para examinarla bajo un microscopio.
- Punción lumbar: se puede realizar para analizar el líquido cefalorraquídeo en busca de células cancerosas.
“Para el diagnóstico, el estudio por imágenes por elección es la resonancia, que se utiliza resonancia con contraste para ver si la lesión realza o no, y también para evaluar si hay compromiso de la médula, se puede hacer una resonancia de médula, y además se puede hacer una punción lumbar para analizar si hay células neoplásicas en el líquido cefalorraquídeo. Sin embargo, el diagnóstico definitivo se obtiene con una biopsia de cerebro, por lo que siempre es necesario tomar una muestra“, destacó Rosales.
En tanto, de acuerdo al Cancer Research UK, el modo de tratar al linfoma cerebral difiere de otros tumores cerebrales, ya que en muchos casos “la cirugía no suele ser un tratamiento posible, ya que es difícil extirpar estos tumores sin causar efectos secundarios graves”.
En ese tono, Andersson explicó: “Generalmente, implica una combinación de tratamientos, como son: quimioterapia (utiliza medicamentos para destruir las células cancerosas), radioterapia (usa rayos X de alta energía para destruir las células cancerosas), terapia dirigida (mediante medicamentos que se dirigen a proteínas específicas en las células cancerosas) y esteroides (se pueden usar para reducir la inflamación en el cerebro)”.
Mientras que Rosales agregó: “En cuanto al tratamiento, se suele utilizar quimioterapia, como el metotrexato, radioterapia, y, en algunos casos, trasplante de médula ósea. Además de la quimioterapia, existen ensayos clínicos de inmunoterapia, pero, obviamente, no suele ser un tumor de buen pronóstico”.
Pronósticos y posibles secuelas: el impacto del linfoma de cerebro
“El pronóstico para las personas con LCP depende de varios factores, como la edad del paciente, el estado general de salud y la respuesta al tratamiento”, señaló Andersson. Y agregó: “Con el tratamiento, la supervivencia promedio es de 2 a 4 años, pero algunas personas pueden vivir mucho más tiempo. Aunque es importante recordar que esta información es solo una descripción general de los linfomas cerebrales primarios”.
Asimismo, el especialista destacó: “La sobrevida en los linfomas cerebrales primarios (LCP) es un tema complejo, ya que depende de muchos factores. Históricamente, sin tratamiento, la sobrevida media era de apenas unos meses. Con tratamientos como radioterapia, se extendía, pero aún era limitada, con muchos pacientes experimentando recurrencia”.
Resonancia magnética: prueba clave para el diagnóstico de LCP. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Sin embargo, el neurólogo destacó que, en la actualidad, “gracias a la combinación de quimioterapia, radioterapia y en algunos casos terapia dirigida, el pronóstico ha mejorado, ya que la sobrevida media actual se estima entre 2 a 4 años, siendo que, un porcentaje significativo de pacientes puede vivir 5 años o más”.
Para poder determinar estos aspectos, Andersson destacó que existe factores que influyen en la sobrevida, como son:
- Edad: pacientes más jóvenes tienden a tener mejor pronóstico.
- Estado general de salud: las personas con buena salud y sin otras enfermedades tienen mejor pronóstico.
- Características del tumor: la ubicación, tamaño y tipo de LCP influyen en el pronóstico.
- Estado del sistema inmune: personas con sistema inmune comprometido tienen un pronóstico más desfavorable.
Por otro lado, ante la consulta sobre posibles secuelas, Rosales señaló: “Estarán determinadas por la localización del tumor y las áreas afectadas. Muchas veces puede haber una lesión ocupante de espacio, es decir, un tumor grande, pero ubicado en un área no muy elocuente, o lesiones pequeñas en áreas elocuentes. Importa en qué parte del cerebro se encuentren. En caso de que no quede mucho daño estructural, si el paciente, por ejemplo, debe someterse a radioterapia cerebral, puede desarrollar encefalopatía posradioterapia, que genera alteraciones cognitivas. El tratamiento, como la radioterapia, aunque obviamente ayuda, también puede generar daño y tiene sus efectos secundarios puede causar daño. El paciente, además de alguna secuela motora, puede quedar con epilepsia".
En tanto, Andersson también se refirió a las secuelas e indicó: “Pueden variar muchísimo porque dependen del tamaño del tumor, si es uno o varios, la ubicación. Como así también influye el tratamiento, ya que algunos hacen que el tumor se achique o desaparezca. Esto ha ido mejorando".
“De todas maneras, pueden quedar con secuelas, como son problemas neurológicos, o dificultades si estaba en el área del habla, de la visión, del equilibrio, de la sensibilidad de una mitad del cuerpo o de la fuerza de una mitad del cuerpo. Incluso, puede también afectar la memoria y las funciones cognitivas, o cambios en la personalidad o secuelas emocionales, como ansiedad o depresión”, relató el director médico del INBA.
Al tiempo que añadió: “También pueden quedar problemas hormonales cuando el linfoma está justo en la glándula hipófisis. En esos casos, a veces puede desarrollar diabetes o un hipotiroidismo primario. Es más, puede manifestar epilepsia, porque a veces se generan cicatrices en determinados lugares que crean focos epileptógenos. Así que, bueno, las posibilidades de secuelas son importantes”.
Con información de Infobae
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