Opinión Miguel Antonio Medina 07/06/2023

Cuatro historias relacionadas con el fútbol

Es probable que usted, oyente de esta radio y de su edición en línea sepa quiénes son Vinicius Jr., Sebastián Villa y Leo Messi. Es probable que no sepa quién fue Pablo Marcelo Serrano. Cuando esta columna haya finalizado, ya lo sabrá.

Las breves historias que quiero contarles hoy están directamente relacionadas con el fútbol, europeo y argentino. Dos de estos ilustres apellidos pertenecen a dos cracks de este tiempo, que estuvieron jugando en ligas europeas: los señores Vinucius Jr. Y Messi.

El tercer futbolista es Sebastián Villa, tiene contrato con el club Boca Juniors, pero ya no integrará el plantel profesional, por motivos ajenos al club y al deporte.

Nuestro cuarto invitado de hoy es el señor Serrano, que no era futbolista profesional, sino socio y simpatizante del club River Plate. Lo fue hasta el sábado a la tarde, porque perdió la vida en circunstancias aún no esclarecidas del todo, al caer al vacío desde unos quince metros. En todo caso, su muerte no estaba relacionada en forma directa con el fútbol, pero por ella misma, la tribuna Sívori del Monumental fue clausurada por las autoridades.

¿Por qué Vinicius Jr.? Porque desde hace ya un tiempo atrás, viene siendo objeto de distintas agresiones verbales en los campos de juego de equipos que son locales y que enfrentaron al equipo en el que normalmente es titular indiscutido, el Real Madrid. Es brasileño, integró el plantel de la verde amarilla que jugó el reciente mundial de Qatar. Es un gran futbolista, que juega de delantero, empezando del lado izquierdo del ataque. Cuando está conectado, es imparable, indescifrable y desequilibrante.

Aunque no fuera eso, que no podemos controlar, eso que nos resulta intolerable, nada justifica agredirlo por el color de su piel, llamándolo mono o tonto, como se quiso hacer aparecer la última vez, en el estadio Mestalla. Esas agresiones están en la misma línea de otras parecidas que recibieron otros futbolistas morenos en campos de juego europeos, en las mejores ligas. A veces incluyeron arrojarles bananas, para que se las coman.

La última vez fue todo el estadio el que agredía con sus palabras a Vinicius Jr. No fue suficiente mostrar a la prensa a dos personas del sexo masculino, esposadas y de espaldas, como las únicas que profirieron insultos racistas. Ni el pedido de disculpas del club que hacía de local. Es necesario luchar denodadamente contra el racismo en los campos de juego y afuera de ellos, aplicando sanciones ejemplificadoras.

La historia de Sebastián Villa es paralela a sus cualidades futbolísticas, que son indiscutibles. Desde hace por lo menos tres entrenadores, fue el que aportó el desequilibrio en el ataque boquense. Puede parecer injusto, pero el juego de Villa fue perdiendo brillo exterior cuando se supo que había tenido serios problemas de violencia con dos mujeres, en distinto tiempo.

En uno de los casos, recibió una condena de ejecución condicional, en la justicia penal de Lomas de Zamora, por lo que no quedó detenido.  En la otra causa penal, que no está lejos de definirse, el riesgo de ser condenado otra vez aumenta el riesgo de una detención o, en el mejor de los casos, de mayores restricciones a la libertad que podrían imponérsele.

Villa tiene 27 años. Está en tiempo de revisar lo que le está pasando con el alcohol y la violencia, afuera del campo de juego, donde los que tienen problemas son sus rivales.

Nuestra referencia a Messi se debe a que este final amargo de su paso por el PSG francés, empezó en el campo de juego y siguió en las tribunas, con la afición. El equipo no dio la talla en el torneo más importante de Europa a nivel de clubes y una vez más la Champions Ligue no pudo ser. Como Messi estaba en el once titular, sobre él recayeron las mayores críticas de los seguidores del equipo. Después de la final de Qatar, lo que vino pasando en el estadio donde el PSG hace de local, fue de manual. Messi era y es el símbolo de la derrota del equipo francés, en esa final que nosotros estamos dispuestos a ver completa, cada vez.

Me falta la última historia. Pablo Marcelo Serrano tenía 53 años y alentaba al millo desde la filial “Los pibes del 20”, en Morón, provincia de Buenos Aires. El sábado pasado viajó junto a otros hinchas, incluida su hija, para ver el partido River-Defensa y Justicia. Ya dijimos qué le pasó. Ahora agregamos que murió en el acto, por politraumatismo y traumatismo abierto de cráneo. Como en un primer momento se estableció que no intervinieron terceros, se descartó una caída voluntaria. Algo habrá que hacer, dentro del estadio, ahora con más capacidad, para disuadir a los aficionados a no tomar riesgos como el que le costó la vida a Serrano.

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