Hay 17 millones de pobres en Argentina y más inseguridad alimentaria: el impacto en la clase media
El último informe del Observatorio de la Deuda Social de Argentina perteneciente a la UCA revela que, si no hubiera planes sociales, la pobreza llegaría al 50% de la población. Datos alarmantes de vivienda, empleo y seguridad social
Los niveles de pobreza alcanzaron un grave récord: más de 17 millones de argentinos son pobres, la clase media es una de las más castigadas en los últimos tiempos, la inseguridad alimentaria se elevó al 23,3% de la población y si no estuvieran los planes sociales de por medio la pobreza alcanzaría el triste número del 50%.
Todos estos alarmantes datos se desprenden del último informe "Radiografía de la pobreza en Argentina: privaciones sociales y desigualdades estructurales" que presentó el Observatorio de la Deuda Social de la UCA en el marco de la Colecta Anual de Cáritas que se realizará este fin de semana en todo el país.
"Hay un deterioro muy fuerte de la clase media y datos muy preocupantes de problemas de alimentación en la sociedad que sorprenden que no hayan generado una reacción de explosión social", explicó a El Cronista Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina.
El informe de la UCA es una ampliación del trabajo del tercer trimestre del 2022 y detalla diferentes manifestaciones asociadas a la pobreza como la inseguridad alimentaria, la falta de vivienda digna, educación, información, salud y falta de un empleo legal entre otras variables que no necesariamente pueden ser resueltas a través de los ingresos.
La incidencia de la inflación creciente en el último año hizo que la pobreza ascienda del 42,4% del 2021 al 43,2% en el 2022.
Así, el informe de la UCA revela que los niveles de pobreza se encuentran más elevados que en la prepandemia (39,9% en 2019). Esto afecta a 17 millones de personas en la actualidad y la clase media es una de las más castigadas: el nivel de pobreza en los niveles medios no profesionales pasó del 14,6% en 2021 al 18,2% en el último año.
Clase media empobrecida
"Este indicador de una clase media cada vez más empobrecida muestra que los planes sociales pueden ser contenedores de una situación determinada pero no resuelven el problema de fondo", explicó Salvia.
A su lado, monseñor Gustavo Carrara, vicepresidente de Cáritas Argentina, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario episcopal para la Pastoral en Villas de Emergencia dijo sin vueltas: "Lo primero que quisiera subrayar es que la pobreza, y sobre todo la indigencia, trae sufrimiento en vidas concretas. La pobreza y la indigencia hipotecan vidas."
Los niveles de indigencia general (8,1%) se verifican con mayor impacto en las villas miseria y sectores de bajos recursos donde llegan al 60%. Pero también hay un aumento significativo de la indigencia en sectores medios que antes no se daba y llegó al 34,3%.
Otro dato significativo que plantea el informe del Observatorio de la Deuda Social es que la cobertura de los programas sociales del Gobierno ha crecido exponencialmente en los últimos años. Así, se ve que pasó a cubrir del 44,7% de la población en el 2021 al 51,7% el año pasado. El documento de la UCA revela entonces que en una proyección simulada, si en la Argentina no se dieran planes sociales o ayuda estatal para los más necesitados la tasa de pobreza alcanzaría el 50%, es decir, 11 puntos por encima que el nivel actual.
En 2022, más de 7 de cada 10 personas pobres viven en hogares con programas de protección social, mientras que en la población no pobre esta proporción alcanza al 32,6%.
Entre las conclusiones del trabajo de la UCA se destaca que la indigencia y la pobreza afectan más a los hogares situados en villas y de estratos ocupacionales y socio-económicos bajos. Sin embargo, los nuevos pobres pre y post-pandemia provienen de las clases medias tradicionales no profesionales.
"Esto a pesar de que los programas de transferencia de ingresos y de asistencia alimentaria evidencian una tendencia ascendente a lo largo del período analizado, dando cuenta del papel del Estado para satisfacer necesidades básicas de los hogares y la población. El efecto que las transferencias de ingreso tienen para la reducción de la pobreza es menor que el registrado para la disminución de la indigencia".
Indigencia en aumento
La indigencia afecta con más intensidad a niños y adolescentes: mientras que a nivel general, la indigencia alcanzaba al 8,1% de la población en el tercer trimestre de 2022, en el grupo de niños y adolescentes de 0 a 17 años dicha tasa asciende al 13,1%.
Así, la insuficiencia de ingresos para cubrir la canasta básica alimentaria (tasa de indigencia) se asocia fuertemente al estrato socio-ocupacional que reporta el hogar. En todos los años analizados, la indigencia por ingresos fue más elevada en las unidades domésticas cuyo principal sostén pertenece al estrato bajo marginal.
En el extremo opuesto, la tasa de indigencia es casi inexistente entre los hogares pertenecientes al estrato medio profesional, incluso en los años más críticos y recientes.
La preservación del bienestar entre las clases medias profesionales y no profesionales se encuentra asociada, principalmente, a su modo y capacidad de vinculación con el mercado de trabajo. Asimismo, los elevados niveles de la indigencia en los demás estratos y el sostenimiento de estas diferencias en el tiempo, acentúa la desigualdad estructural en las condiciones de vida de la población
Por otra parte se destaca que la incapacidad de alcanzar una Canasta Básica Total en el Conurbano Bonaerense es mayor en comparación con el resto de las regiones urbanas. En el otro extremo, es la Ciudad de Buenos Aires la que evidencia menor riesgo de pobreza.
El otro dato alarmante del informe es que la inseguridad alimentaria experimentó un incremento sostenido a lo largo del período marcando su punto más alto en 2020 con la pandemia.
Se incrementaron tanto las situaciones de privación severa como moderada y de manera particular entre los estratos más vulnerables. Los hogares entre los que pesan más los ingresos por programas sociales y pensiones no contributivas tuvieron más posibilidades de encontrarse bajo situaciones de privación alimentaria.
Así, la inseguridad alimentaria severa que llega al 9,4% general se profundiza en los sectores bajos marginales que llega al 25,5% de la población.
Trabajo y desempleo
Las evidencias confirman también un empeoramiento creciente de la inserción laboral de los hogares y de la población entre 2017 y 2019, a partir de lo cual la exclusión social se estabiliza -aunque en niveles muy altos de descarte laboral. Sin embargo, el período 2019-2022 tiende a revertir o a estabilizar la tendencia a nivel del promedio.
El nivel de empleo pleno baja del 42,1% en el 2021 al 40,3 en el 2022. Y algo similar ocurre con el empleo precario que en 2021 era del 29,7% y llegó al 28% el año pasado.
De esta manera, el informe revela también que luego de crecer el desempleo y el subempleo, entre 2017 y 2019, la desocupación tiende a retraerse entre 2020-2022, tanto por una recuperación de los empleos plenos como de los subempleos de indigencia.
Destaca la mejora observada en los estratos de clase y residenciales más pobres y vulnerables, pero también las fuertes desigualdades persistentes.
Actualmente, casi uno de cada tres ocupados realiza sus actividades en la denominada "economía social y solidaria", es decir no es asalariado, así como tampoco un empleador de otros.
Asimismo, se destaca el hecho de que bajo un contexto en donde el conjunto de los trabajadores pierde ingresos laborales reales desde 2017 -si bien de manera más moderada entre 2019-2022-, y al mismo tiempo, se reduce la brecha de las remuneraciones, siguen siendo los trabajadores de la economía social el segmento estructuralmente más pobre del mundo del trabajo.
En 2017 un trabajador del sector privado formal cobraba 171.000 pesos en promedio mientras que el año pasado pasó a recibir $110.000. Lo mismo ocurrió con el sector público que pasó de ganar 117.000 pesos en 2017 a 79.000 en la actualidad.
Fuente: El Cronista
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