Jubilados, trabajadores y desempleados: los "terremotos" que sacuden al país, advirtió la Iglesia

Con fe y esperanza, el pueblo se acerca a los patronos de Salta para superar los "terremotos" que sacuden sus vidas, dentro de un contexto económico que lo vapulea.

Milagro Salteño 202414/09/2024Ivana ChañiIvana Chañi

Obispo auxiliar de Orán Claudio Castricone

El pueblo de Salta siempre ha creído que, gracias al Señor y la intercesión de la Virgen María, los terremotos físicos cesaron, tal como sucedió en septiembre de 1962 . "Hoy, con la misma fe, llegamos ante Dios buscando calma para los terremotos que sacuden nuestras vidas. En este lugar sagrado, ricos y pobres, criollos y originarios, nos encontramos como iguales, unidos por la devoción. Sin embargo, esa igualdad se desvanece en nuestra vida diaria, donde las desigualdades se sienten como verdaderos terremotos sociales", manifestó el Obispo auxiliar de Orán, Claudio Castricone, en la homilía por la Misa Estacional - Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz - de este sábado en el segundo día del Triduo. 

"Cuando se habla de crecimiento económico, surge la pregunta: ¿crecimiento para quiénes? Para muchos, la realidad es otra. Los jubilados que apenas sobreviven, los trabajadores que no llegan a fin de mes, y los desempleados que enfrentan el terremoto de la incertidumbre. Los sectores populares también viven sus propios terremotos: aquellos que subsisten de la economía informal o los que se encuentran en situación de calle, sufren el impacto constante de la desigualdad", remarcó el Obispo.

Cada año, miles de fieles se acercan a la Catedral para dar gracias, pero también llegan con sus propios "terremotos". "Los terremotos de los que perdieron su empleo, de los que tienen trabajo pero no les alcanza, de quienes enfrentan problemas de salud o luchan contra adicciones en su familia. Pareciera que los argentinos vivimos de terremoto en terremoto, buscando la calma en medio de la tormenta", señaló.

"Hoy, venimos ante el Señor con la misma fe que aquellos fieles de 1692, confiando en el poder de Dios para detener los terremotos de nuestras vidas. Renovamos nuestro pacto de fidelidad, diciéndole a Jesús que siempre será nuestro, y nosotros, suyos. Le pedimos, con humildad y devoción, que calme nuestros terremotos, así como lo hizo en el pasado", completó su mensaje. 

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