Opinión01/08/2022

Riesgos

Tiene día y hora la asunción del nuevo ministro de Economía de la Nación. Sergio Massa prestará juramento el miércoles 3 de agosto, a las 5 de la tarde y se aguarda que sea la oportunidad para que presente las medidas para reordenar el sector.

Las miradas ya no se posan en la deslucida figura presidencial sino en la Liga de Gobernadores, desde donde se espera un efectivo apoyo político a la gestión  de una cartera reforzada.

Hasta este martes, el político bonaerense será diputado nacional y presidirá el cuerpo. En sesión especial convocada para esa jornada se tratará su renuncia y se elegirá a su reemplazante en la conducción de la Cámara. Hacia adelante quedará conocer cuáles serán las políticas a instrumentar para atacar la inflación y disponer una devaluación que contenga al dólar. Según sus voceros, saldrá a buscar inversiones en una gira internacional, que lo llevará a Washington, Nueva York, París y Qatar. Para el presidente Alberto Fernández quedó reservada una visita a Bogotá para asistir el 7 de este mes a la asunción de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia.

En tanto estas cuestiones se van ajustando, lo que verdaderamente se espera son las decisiones para resolver el inestable panorama que inquieta a los gobernadores, cuya gestión mayoritariamente está atada a la marcha de la economía nacional. Por ello es que en la semana que pasó jugaron un papel protagónico en las resoluciones adoptadas sobre el cierre de julio. Se vio el ingreso y la rápida salida de un grupo de mandatarios a la Casa Rosada y la fotografía que da cuenta de la reunión con el titular del Ejecutivo. De lo que hablaron hay un cúmulo de versiones pero también un documento en el que se informó que se requirió un horizonte previsible y predecible para superar problemas macro económicos estructurales, con una regla fiscal que tienda al equilibrio, una regla monetaria que tienda a la estabilidad y una regla cambiaria que tienda a la competitividad y al desarrollo sostenido del país. Ello no excluyó la insistencia a asegurar la remisión de los fondos con destino a obras de infraestructura con avanzado trámite para su ejecución en las Provincias.

Cuando el 10 de junio anunciaron la reactivación de la Liga de Gobernadores a través de un documento que sintetizó su intención de lograr más federalismo y unidad nacional, ya advertían su pretensión que se gobierne para las provincias y las grandes decisiones macro sean consultadas a los mandatarios. A ese momento se constató “una suerte de vacío” por lo que con su aglutinamiento, buscaron un cambio para fortalecer al Gobierno central.
Así lo señaló –ya ante la decisión de incluir al diputado Massa como un ministro dotado de mayores atribuciones- el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela. Reconoció que “le puede ir bien o no tan bien” y puso a disposición del hasta ahora legislador el acompañamiento de quienes tienen responsabilidades principales en sus respectivos estados.

Este posicionamiento de los mandatarios los ha colocado en una exposición institucional ante los factores de poder, que no podrán ignorarlos y deberán resignificar lo que plantea el Preámbulo de la Constitución cuando señala que las Provincias preexistieron a la Nación. También los gobernadores tendrán confirmar el espacio que están integrando que, en su génesis, reconocieron que no pertenece a un partido político particular, sino que tiene la representación de los intereses de todas las provincias, buscando un desarrollo equitativo.
Las referencias a la complejidad de los tiempos actuales están tomando cuerpo con estos acontecimientos. Se están agotado las opciones, las oportunidades y si hay quienes piensan en modo electoral, suman más riesgos a proyectos personales o sectoriales. 

Esto le cabe a oficialismo y oposición. 

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