El Mundo11/04/2022

Macron y Le Pen se enfrentarán una vez más en balotaje

El actual mandatario, Emmanuel Macron, con el 27,4 % de los votos y la líder opositora, Marine Le Pen, con el 24,2 % de los apoyos volverán a enfrentarse en balotaje al igual que en 2017. El candidato Jean-Luc Mélenchon quedaba en tercer lugar con el 21,4 %, escrutado el 94 % de los votos, según el Ministerio del Interio francés.

Cinco años más tarde, Francia vivirá un nuevo balotaje entre el actual presidente y candidato a la reelección, Emmanuel Macron, y la aspirante de ultraderecha Marine Le Pen, quienes lideraron la primera vuelta de hoy pero con una ventaja más sólida que la prevista a favor del mandatario.

Macron fue el candidato más votado, con entre 27,4% de los votos, y sacaba una ventaja de más de tres puntos porcentuales a la líder de Agrupación Nacional (AN), que obtenía entre 24%, según el 97 % de escrutado.

Si bien el gobernante logró dominar los comicios de este domingo la distancia con Le Pen de cara al balotaje sigue siendo ajustada y se situaría entre dos y ocho puntos, según las primeras encuestas publicadas este domingo por la noche.

Un margen reducido comparado al 32% de ventaja con el que había derrotado a la aspirante de ultraderecha en 2017.

"No nos equivoquemos, nada está decidido", advirtió el dirigente del oficialista La República en Marcha (LREM) ante sus simpatizantes, tras conocerse los primeros resultados.

"El debate que tendremos durante 15 días será decisivo para nuestro país y para Europa", sentenció.

En tanto, la líder de AN, instó a todos aquellos que no votaron por Macron a unirse a su movimiento.

"Lo que estará en juego el 24 de abril será una elección de sociedad y de civilización", dijo la candidata, que se postuló por tercera vez consecutiva y consideró que Francia necesita "una gran alternancia".

Poco después de difundirse las primeras estimaciones, los diez candidatos relegados del balotaje manifestaron sus apoyos de cara a la segunda vuelta del próximo 24 de abril.

A diferencia de lo sucedido en 2002, cuando todos los partidos llamaron a votar a favor del conservador Jacques Chirac y contra el aspirante de ultraderecha Jean-Marie Le Pen -padre de Marine-, el conocido como "frente republicano" no se reprodujo 20 años más tarde en un país, donde los tradicionales partidos de gobierno -el Partido Socialista del expresidente Francois Hollande y el conservador Los Republicanos (LR) del exmandatario Nicolas Sarkozy- sufrieron sus peores derrotas electorales.

Solo dos candidatos llamaron a sus bases a votar de forma clara a favor de Macron y "contra la extrema derecha" de Marine Le Pen: la socialista Anne Hidalgo (1,8% de los votos preliminares) y el ecologista Yannick Jadot (4,5%).

En tanto, el comunista Fabien Roussel (2,4%) llamó a votar por "la única boleta a disposición para vencer" a Le Pen, mientras que la candidata de LR, Valérie Pécresse, anunció que votaría "conscientemente" por Macron, pero no dio ninguna consigna de voto dada la división interna que sufre su partido entre radicales y moderados.

De hecho, su correligionario y finalista de las primarias, Éric Ciotti, quien representa al ala radical de los conservadores, manifestó que "no votará por Macron" en el balotaje y tampoco hizo un llamamiento.

El aspirante de izquierda y tercero de esta primera vuelta Jean-Luc Mélenchon (21,7%), cuyo electorado será clave para definir la segunda vuelta, instó a sus tropas a "no dar ni un solo voto a Le Pen" aunque sin pedirlo para Macron, en un intento de marcar sus distancias con el mandatario.

"Les toca a ustedes actuar, sabemos por quién no debemos votar nunca", dijo ante una multitud, según el diario Le Monde.

Algo similar hizo el candidato anticapitalista Philippe Poutou (0,8%), quien tampoco dijo a quién votar pero pidió no dar "ni un voto" a la ultraderecha.

Sin sorpresas, el periodista y candidato de ultraderecha Éric Zemmour (7%) llamó a votar por Le Pen, al igual que lo hizo el nacionalista Nicolas Dupont-Aignan (2,1%), quien ya le había manifestado su apoyo en el balotaje de 2017.

La votación, celebrada tras una campaña intermitente marcada por la invasión rusa de Ucrania y la pandemia, profundizó el voto a favor de formaciones antisistema -casi un 60% de los votos estimados- y agudizó la crisis de los partidos tradicionales, que quedaron fuera del balotaje por segunda vez consecutiva y reunirían menos de 7% de los sufragios.

Además, la jornada electoral estuvo marcada por una alta abstención, situada en base a los pronósticos entre 26% y 28,3%, que sería entre cuatro y seis puntos superior a la de 2017 y cercana al récord de 2002, de 28,4%.

En las próximas dos semanas, los franceses deberán reflexionar sobre el rumbo que tomará el país en los próximos cinco años, una decisión que podría implicar un cambio en las alianzas internacionales de esta potencia nuclear y económica si Le Pen sale elegida, dado su rechazo a la OTAN y su visión euroescéptica.

Esta nueva etapa de la campaña estará centrada en el poder adquisitivo -principal preocupación de la opinión pública-, mientras se agravan las repercusiones económicas del conflicto ucraniano para la población, que sufrió un encarecimiento de los productos cotidianos, en especial de la nafta.

Una situación que favorece a Le Pen, quien hizo del poder adquisitivo su caballo de batalla electoral, y perjudica a Macron, cuyo programa fue criticado por proponer un aumento de la edad jubilatoria de 62 a 65 años y querer imponer condiciones de actividad a los beneficiarios de planes sociales.

Beneficiada de una imagen más moderada gracias a Zemmour, la aspirante de AN apostó por presentarse como la defensora de las clases populares para capitalizar el descontento hacia "el presidente de los ricos", reflejado en la crisis de los chalecos amarillos, la huelga de transporte más larga de la historia francesa y numerosas protestas contra diferentes reformas y medidas de su gobierno.

Para contrarrestar este malestar social hacia su candidatura, Macron multiplicó en estas últimas semanas sus guiños a las clases populares, algo que repitió esta noche, tras hacer una especie de mea culpa en un intento de capitalizar los votos de las demás fuerzas, especialmente la de Mélenchon.

“En este momento decisivo para el futuro de la nación, nada debe ser como antes. Por eso quiero dar mi mano a aquellos que quieren trabajar para Francia. Estoy listo a inventar algo nuevo para reunir convicciones y sensibilidades diversas y construir con ellas una acción común al servicio de nuestra nación”, manifestó al dirigirse a los franceses poco después de conocerse los resultados preliminares.

“Quiero decirles esta noche que pondré todas mis fuerzas en convencer a todos de que el único proyecto a favor del poder adquisitivo es el nuestro; el único proyecto creíble contra la vida cara es el nuestro, el único proyecto de los trabajadores y de todos los que están al costado del camino es el nuestro, el único proyecto a favor de Francia y Europa es el nuestro”, concluyó.

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