Bell llegó a la audiencia conducido por la fuerza pública. Refirió que conocía a la víctima desde chiquita porque era amigo de su padre. Cuando este falleció, Yamila –que había comenzado a consumir estupefacientes y a ejercer la prostitución- llegó hasta su casa para comprarle sustancias. El testigo refirió que él se dedicaba a esa actividad en el barrio. Luego, la joven comenzó a quedarse a comer y a dormir.

Bell contó que Yamila iba y venía y que una vez le contó que “había un chaboncito que la molestaba en el callejón, que le pegaba y le quería quitar la plata”. Le comentó que tenía los ojos medio verdes y que le decían “Gato”.

Siguió relatando que antes de su desaparición, la joven dejó de ir a su casa y a él le llamó mucho la atención, pero en ese momento pensó que quizás Yamila estaría en casa de su madre. El testigo dijo que, cuando la mujer sorprendía a su hija en la calle, se la llevaba y la encerraba para impedir que se drogara.

Bell refirió que por esos días, cuando él todavía no sabía de la muerte de Yamila, el imputado llegó a su casa “con la cara bien arañada”. Había ido a comprarle drogas. Era la primera vez que lo veía. El testigo dijo que él se encontraba sentado en el cordón cuneta con Marta Ramona Peralta, quien también residía en su casa y era amiga de Yamila.

Por ese entonces, Beba no sabía de la muerte de Yamila. Con los días se enteró del trágico suceso y relacionó a Gato con el crimen pero no volvió a verlo hasta unos meses más tardes cuando concurrió a su casa en busca de droga. Es ahí donde a través de engaños lo retiene y da aviso a la policía para que lo detengan como el sospechoso del femicidio.

Durante la jornada también declararon una tía del imputado y una amiga de la víctima.

El juicio finalizaría mañana. El tribunal está integrado por los jueces Javier Aranibar (presidente), Martín Fernando Pérez y Federico Armiñana Dohorman (vocales). Por el Ministerio Público interviene la fiscal Luján Sodero. La defensa del imputado está a cargo de María Cecilia Martínez, de la UDP 3.