Según la UCA, la pobreza cayó al 36,3% en el tercer trimestre y se ubica en el nivel más bajo desde 2018
Luego del deterioro de 2024, asociado a la caída en la actividad y la disparada de la inflación, especialmente en el primer semestre del año, los principales indicadores sociales muestran una mejora en 2025.
Bajan la pobreza y la indigencia, crece la capacidad de ahorro y disminuye el número de hogares que vive bajo ‘estrés económico’.
Esas son algunas de las conclusiones que se desprenden de la última actualización de los datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina 2025 de la UCA, que si bien describe un escenario fragilidad social y carencias materiales en amplios sectores de la población, muestran un cambio de tendencia con respecto al año pasado y una recuperación en la mayoría de los indicadores, en línea con lo que reflejan las estadísticas oficiales del Indec.
De acuerdo con los números del estudio, que hoy publicó el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA (ODSA-UCA), la pobreza medida por ingresos bajó al 36,6% en el tercer trimestre de este año, tras haber alcanzado en igual período de 2024 el 45,6%.
La evolución del indicador muestra un fuerte contraste interanual. El año pasado, había llegado al valor más alto de la serie desde 2005, y ahora cayó a su nivel más bajo desde 2018. Para el Indec, la pobreza en el primer semestre fue del 31,6%.
En tanto, los datos de ODSA-UCA ubican a la indigencia en el tercer trimestre de este año en el 6,8%, cifra que marca una baja sensible frente al 11,2% de igual período de 2024. En la serie del Indec, la indigencia fue del 6,9%.
Las estadísticas de este informe surgen de una encuesta focalizada en aglomerados urbanos con más de 80.000 habitantes del país (AMBA, Rosario, Córdoba, San Miguel de Tucumán, Mendoza, Mar del Plata, Salta, entre otras). Se tomó una muestra de 3000 hogares, con encuestas realizadas durante cuatro meses, en el segundo semestre. El error muestral informado es del 1,8%.
Más allá de los vaivenes estadísticos, desde ODSA-UCA advierten por un estancamiento de estos indicadores y un “piso estructural” en los últimos 20 años: alrededor del 5% de personas en indigencia y 25% en pobreza, con vaivenes en el ciclo y entre un 30% y 40% de población en hogares asistidos por programas de transferencias de ingresos.
“En el estrato muy bajo se combinan alta cronicidad y más trayectorias desfavorables durante el ajuste. Aunque en la estabilización aumentan las mejoras, la pobreza crónica persiste en los más vulnerables, mientras los estratos medios muestran mayor recuperación”, indican los autores del informe, al insistir sobre la “cronicidad de la pobreza” en el país. En efecto, tanto en la serie de la UCA como en la del Indec, este indicador no perforó el 25% en lo que va de este siglo.
Al analizar la evolución en los últimos 12 meses, sin embargo, destacan los efectos positivos de “la estabilización inflacionaria” y la “recuperación parcial de los ingresos” (laborales, transferencias, los sistemas de protección social y la actividad en el sector informal). De todas maneras, afirman que “la mejora relativa observada entre 2024 y 2025 no constituye, al menos por ahora, evidencia de un cambio estructural en las condiciones de vida”.
En ese sentido, observan una tendencia semejante a las mejoras de 2022/2023 y 2018/2019, “períodos también caracterizados por altos niveles de déficits monetarios, exclusión y tensiones en el mercado de trabajo”.
“Es necesario matizar las mejoras. Su sostenibilidad en el tiempo y su capacidad para generar cambios persistentes al interior de la estructura social aún deben ser evaluadas. En este sentido, persisten dudas respecto de si estas mejoras representan una recuperación duradera o solo un alivio transitorio”, plantearon.
Al cotejar sus números con las estadísticas del Indec, desde ODSA-UCA insisten en cuestiones metodológicas (se usa la canasta con una estructura de gastos de 2004/2005 en vez de la actualizada en 2017/2018) y cambios en las encuestas que emplea el organismo oficial, además del impacto de la baja de la inflación.
“Si nos aproximáramos a una posible actualización metodológica, la CBT sería sustancialmente más elevada en todos los años, y en consecuencia la incidencia de la pobreza también sería mayor. Al mismo tiempo, una ponderación actualizada modificaría la evolución de la pobreza, ya que capturaría mejor el impacto del encarecimiento de los servicios desde la segunda mitad de 2024″, plantearon en ODSA-UCA.
“En otros términos, con una canasta más actualizada, la pobreza habría aumentado menos tras la devaluación de diciembre de 2023, pero también habría mostrado una reducción más lenta en los trimestres posteriores”, agregaron.
“En la coyuntura, la mejora relativa reciente en la pobreza por ingresos podría estar sobreestimada por cambios en el sistema de precios (tarifas y servicios), que modificaron la proporción de gastos fijos y variables de los hogares y redujeron la capacidad real de consumo”, agregaron.
En el informe actualizado también se informó que disminuyó al 46,8% la población bajo “estrés financiero”. Este indicador, que estaba en el 50% el año pasado, comprende a quienes tienen una “percepción subjetiva de insuficiencia de ingresos para cubrir necesidades básicas”.
En este punto, aparece una brecha significativa al interior de los hogares: mientras que entre quienes viven sin niños el “estrés financiero” comprende al 34,9% de los hogares, entre quienes sí viven con menores de 18 años se ubica en el 52,6%.
En esa misma línea, creció el porcentaje de hogares que dice tener “capacidad de ahorro”, aunque todavía se mantiene en niveles bajos. Según la encuesta de ODSA-UCA, que mide esta variable de forma “perceptual” a partir de la experiencia que narran los entrevistados, el porcentaje de hogares que pueden ahorrar pasó del 8% en 2024 al 10,2% en 2025.
“El repunte reciente es acotado y alcanza apenas para regresar a niveles comparables a 2022-2023 o a los de 2018, sin revertir el deterioro acumulado”, plantearon en el informe. La serie también describe otra cara del deterioro económico reciente en el país: desde 2010 a la fecha el mejor número se dio en 2011, y ese año solo uno de cada seis hogares (15,9%) decía que podía ahorrar.
La Nación
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