Huelga docente
Desde hace algunos días un grupo importante de docentes está realizando una huelga que ellos mismos denominan de auto-convocados.
Esta decisión de las y los trabajadores de la educación tiene varias particularidades, que no es mi propósito agotar en esta columna, sino señalar algunas de ellas: dije efectivamente, que algunos días en materia de calendarios podrán ser algunos pocos pero para el educando ya son muchos los días de pérdida de aprendizaje, que difícilmente se revierta aún con un intensivo compromiso de los huelguistas, lo que genera directamente un daño en los niños y jóvenes que no reciben esa educación y la oprobiosa desigualdad frente a los que continúan normalmente con los dictados educativos a niños y jóvenes que siguen teniendo docentes activos. En materia de huelga se plantea en casos como estos que el empleador, que es el sujeto que sufre la falta de producción y a quien se causa un daño directo, en este caso no lo sufre el gobierno que administra la educación pública sino que por el contrario lo sufren los educandos que concurren a esas aulas hoy vacías. Los sindicatos que son de acuerdo a la ley los habilitados a disponer la huelga en este caso no lo son, son los propios trabajadores que seguramente están afiliados a sindicatos, los que disponen de la medida sin la participación de las organizaciones gremiales.
De la lectura de esas particularidades podemos decir en primer lugar que el gobierno se vio forzado a abandonar su conducta de no negociar con auto convocados ya que recibió tardíamente, a una delegación de ellos y empezó a negociar. Claro pareciera que las autoridades calcularon que no los afectaba en su resultado electoral y no entraba en cortocircuito con los sindicatos ya que en una reunión de la CGT local se apoyó la reelección del gobernador actual. Reitero, el gobierno no sufre el daño sino los escolares. Recuerdo que cuando los policías reclamaron condiciones de mejoramiento en sus haberes, como ellos no pueden hacer huelga legal, eran sus familiares los que marchaban y exigían por sus maridos o esposas policías. En esta huelga que daña a sus hijos los padres no se pronuncian, no hacen oír su voz en reclamo del derecho de sus hijos a estudiar; cualquiera fuera su posición que respecto de la huelga estuvieran entendiendo como justo o no el reclamo o la medida que toman los docentes con sus hijos, es como si entendieran que es algo ajeno a ellos. Que paulatinamente se ensancha la desigualdad entre los niños y jóvenes que concurren a escuelas y colegios públicos de gestión privada y los de gestión estatal, los de educación de los colegios privados no tienen pérdidas de enseñanza porque los docentes no hacen huelga aunque sus salarios sean inferiores.
El Estado a través del gobierno de turno no puede engolosinarse en decir al comienzo del año escolar que tendrán más días de clase e inclusive una hora más en algunas materias si no lo cumple en los hechos. La educación es una cosa seria y debe asegurar el gobierno que sea real y efectiva. No interesa como se manifieste el reclamo de los docentes. Lo que importa es o que no hayan paros por una buena atención integral de la educación o que cuando el malestar se percibe se actúe con prontitud y eficiencia en solucionarlo. El daño que sufren nuestros niños y jóvenes es inmenso y difícilmente sea reparado. No debieran sufrirlo por ausencia del Estado por un gobierno que no cumple con su cometido.
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