Humanización
Por cada persona que muere, el impacto que esa muerte produce está calculado en seis personas más entre su familia y su entorno afectivo. La estimación sirve para ponderar otro efecto de la pandemia de coronavirus, que indica que en esa materia también hay un problema de salud pública. Se justifica así la necesidad de establecer protocolos para ordenar el momento final, como se viene demandando.
El Senado de la Provincia aprobó una Declaración solicitando que el Poder Ejecutivo Provincial la creación de protocolos para garantizar el derecho de los pacientes infectados por Covid- 19 que estén internados, a la contención y el acompañamiento por parte de un familiar, con especial énfasis en situación de final de vida. Similar demanda realiza si el enfermo es un menor de edad o un discapacitado.
Desde que la pandemia irrumpió en el territorio nacional se han conocido historias muy desgarradoras de muertes en aislamiento, generando mayor impacto en la sociedad. Transitados en silencio en la primera etapa de aislamiento, esos momentos no tomaron estado público quizás porque la situación que se iba visualizando no permitía atender cuestiones individuales. Su frecuencia y la extrema crudeza del problema han despertado la compasión social, que está encontrando un espacio para hacerse cargo del mismo. El padre al que no le permitieron visitar a su hija en estado de agonía y las hijas que no pudieron acompañar a su padre en sus últimos días de vida, legitimaron estas iniciativas.
El aporte más sustancial lo hizo la Red de Cuidados, Derechos y Decisiones en el final de la vida, un grupo de trabajo del CONICET que integran especialistas en abogacía, medicina, historia, sociología, antropología y filosofía entre otras disciplinas. Su tarea es encontrar respuestas institucionales a los problemas relacionados con el proceso de morir en el contexto de la pandemia, tratando de mejorar la legislación y la atención de todas las personas, reconociendo plenamente sus derechos.
Constituida en julio pasado, la Red ha producido dos documentos, uno de los cuales contiene sustanciosas recomendaciones, que permitirían resolver los dilemas que afronta sociedad en este tiempo, respecto de pacientes que cursan el final de la vida. Reconoce que se debe respetar las medidas de aislamiento y distanciamiento pero brindando a los pacientes y su entorno afectivo el acceso a la salud y la mejor calidad de vida posible, en tanto derecho humano. Dice el documento que las recomendaciones y acciones para humanizar, facilitar y garantizar procesos centrados en las personas, involucran desafíos éticos fundamentales que la sociedad debe debatir y resolver democráticamente.
En ese marco se propone respetar un enfoque de derechos y el principio de igualdad, dignidad y no discriminación en el trato y en el tratamiento de la enfermedad en el contexto de pandemia. Otro punto destacado es sumar un enfoque integral al tratamiento de la enfermedad tanto para pacientes, familia y entorno afectivo como equipos de salud. El cuidado de quienes cuidan es imprescindible en estas circunstancias. También se recomienda garantizar el derecho a la despedida de los seres queridos durante el proceso de final de vida y que dicha instancia sea lo más humanizada y confortable posible.
“La muerte es inherente a la vida –dice la Red- pero el proceso de morir es un asunto que nos compete como sociedad y que tiende, si está humanizado, a mejorar nuestra calidad de personas en toda la sociedad".
Casi medio centenar de muertos en la Provincia señalan el padecimiento de unas 300 personas, según la estimación científica. Y bien valen la propuesta de los senadores de La Caldera y de La Poma.
Salta, 28 de agosto de 2020
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