Rezo de la Novena del Señor y Virgen del Milagro: Día 4
En su primera versión la figura central de la Novena fue María Santísima del Milagro y se encuentra reproducida en un texto de toscano. La segunda versión salió en 1787 y la tercera en 1877. Estas tres ediciones tienen una característica que llama la atención y es que no figuran en ellas las oraciones que hoy se rezan al Señor del Milagro.
Acto de Contrición
Dulce Jesús mío y mi crucificado Señor, indigno de ponerme delante de vuestros ojos, me postro avergonzado a vuestros pies, confesando la multitud de mis culpas, con íntimo dolor de mi alma, por haber sido ofensa contra Vos. Herido vengo, médico divino, a buscar mi remedio en vuestra benigna misericordia, proponiendo con todo mi corazón la enmienda. Dulce amor mío sois sobre todas las cosas, tened piedad de mí, y acordaos, Señor, el que mi amor os puso en esa Cruz, y no os acordéis el que yo, como ingrato y desconocido, me olvidé de vuestro paternal amor, porque si a Vos, que sois mi Padre, no vuelvo los ojos, ¿quién otro se compadecerá de mí? ¡Ay, mi Jesús, y cómo os ofendí! ¡Oh, quién de dolor muriera a vuestros pies, pues amándome tanto me atreví a ofender a un Dios tan bueno, tan santo y tan amable! Pequé, Padre mío, contra el cielo y contra Vos, tened misericordia de mí. AMEN.
Oración preparatoria para todos los días
María Purísima del Milagro, que con tierno amor te inclinaste a pedir a tu Soberano Hijo, cuando enojado por nuestras culpas, quiso destruir la ciudad de Salta con aquellos espantosos terremotos, y Tú, cual otra hermosa Ester, puesta delante del Supremo Rey de los Cielos, mudando de colores, pediste por la libertad de este pueblo; concédeme, Madre mía del Milagro, el que de tal suerte mude yo mi vida, que si hasta aquí he caminado por los caminos de mi perdición, olvidado de mi Dios y Señor, de hoy en adelante sólo reine en mi corazón tu maternal amor, y que corresponda, amante y agradecido, a las obligaciones de hijo de tal Madre. Y no permitas Madre mía, el que se vea malograda en mí tu poderosa intercesión, que todo lo puede conseguir, con tal que no apartes tus purísimos ojos de este miserable pecador y concédeme lo que te pido en esta novena, si es para mayor honra y gloria tuya, y bien de mi alma. AMEN.
Aquí se rezan tres Avemarías en reverencia de la Purísima Concepción.
A continuación se leen las reflexiones correspondientes a cada día
Día Cuatro
Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente
O h, Jesús mío, pues quiero siempre llamaros por vuestro nombre; esto me consuela y me da valor, cuando me acuerdo de que sois mi Salvador, y que habéis muerto para salvarme. Vedme a vuestros pies; confieso que soy digno de tantos infiernos, como veces os he ofendido por el pecado mortal. No merezco perdón; pero Vos molisteis para perdonarme. Piadoso Jesús, no olvides que por mi fue tu venida. Anticipaos, oh Jesús mío, a perdonarme antes que vengáis a juzgarme. Entonces yo no podré pediros piedad; más ahora puedo, y espero que me la concederéis. Entonces vuestras llagas me llenarán de espanto, ahora me inspiran confianza. ¡Oh, Redentor de mi alma!, yo me arrepiento sobre todo de haber ofendido a vuestra infinita bondad, y prefiero sufrir todas las pérdidas posibles, antes que burlarme de vuestra gracia. Os amo con todo mi corazón, tened piedad de mí. Ten piedad de mi oh Dios, según tu grande misericordia. Oh, María, Madre de misericordia, abogada de los pecadores, alcanzadme un intenso dolor de mis pecados, el perdón y la perseverancia en el divino amor. Yo os amo, Reina de mi corazón, y en Vos pongo toda mi confianza.
Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a 1a ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN.
ATRIBUTOS DE MARÍA
Arca del Testamento
Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el cuarto atributo que simboliza vuestra original pureza, es el Arca del Testamento. Y Pues sois Arca divina que, para que no pereciésemos en el diluvio de nuestras culpas bajasteis a las aras del altar para asegurarnos en Jesús Sacramentado, concededme, Madre mía, el que, no hallando descanso en este mundo sino en Jesús Sacramentado, se aquieten nuestras potencias y sentidos, para que, gustando las dulzuras de este Pan Soberano, sienta aún en esta vida las delicias y gozos, que dan a los que os sirven en la bienaventuranza de la gloria. AMÉN.
Oración
Soberana Emperatriz de los Cielos y tierra, dulcísima Madre de pecadores, Madre del Milagro, en ésta tu escogida ciudad en la cual ostentas tu amor, mírame con semblante risueño, que, aunque pecador y desagradecido, soy hijo tuyo, y te venero y amo como a Madre amorosa y admirable. Y creo que si en mí empleas tus purísimos ojos, no me ha de desamparar mi Señor Jesucristo, porque a los que Tú tienes bajo tu patrocinio, les muestra El especial amparo. Ea, pues, Madre mía del Milagro, no desprecies mis ruegos, y si cuando como pecador no te busqué, Tú solicitabas mi amistad porque deseabas mi salvación, ¿cómo ahora, que con tanta ansia te busco, me has de negar tu amparo, tu patrocinio y favor? Merezca yo tu poderoso brazo, ahora que arrodillado te pido me lleves de la mano a tu amado Hijo crucificado, para que, viendo mi dolor y arrepentimiento de mis culpas y pecados, que deseo sea mayor que el me han tenido los más penitentes Santos del mundo, me lleve a sí y me dé a beber de aquella Sangre Soberana de su amoroso Costado, que es todo el precio de nuestra redención, y viva sólo en El, huyendo del mundo y de mí mismo. AMEN.
Aquí se rezará un Credo a Cristo Crucificado, y se dirá la oración siguiente, que es para todos los días.