El desafío de la última oportunidad

Sergio nació a la vida política, en una cuna ultraliberal, ya que durante varios años, militó en la extinta Ucedé, como discípulo de Álvaro Alzogaray.

Luego, con la llegada de la ola privatista del menemismo, al igual que Adelina de Viola, María Julia Alzogaray o Amado Boudou, saltó al justicialismo, con mejor suerte que ellos, ya que mientras Adelina desapareció del escenario político, los otros dos terminaron en la cárcel.

Poseedor de inteligencia, simpatía personal, perseverancia y un desmesurado apetito de poder, concluida la etapa del menemismo, se mimetizó rápidamente de kirchnerista, escalando rápidamente posiciones.

Es así como llegó a Director de la Anses, cargo desde el cual pergeñó la denominada moratoria, que posibilitó que alrededor de tres millones de personas que nunca habían hecho aportes, pudieran acogerse al beneficio jubilatorio, con lo cual el sistema previsional, quedó al borde de la quiebra, ya que su antecesor en ese cargo, Amado Boudou, había ideado que los fondos de sustentabilidad de ese organismo, pudieran ser apropiados por el gobierno de Kirchner y sustituidos por bonos del Tesoro Nacional, que luego nunca se levantarían.

Cuando Alberto Fernández, entonces Jefe de Gabinete, fue desplazado de ese cargo, al adoptar, respecto a la famosa resolución ciento veinticinco, una posición favorable a los productores agropecuarios, a los cuales ahora ataca, fue Massa, su reemplazante.

Pero en dos mil quince, creyó ver su ansiada oportunidad de llegar al máximo cargo y se presentó como candidato presidencial, siendo precisamente Alberto su jefe de campaña, durante la cual sus promesas electorales consistían en meter presa a Cristina por corrupta y echar de la administración pública a todos los ñoquis de la Cámpora.

Naturalmente, como buen pragmático, a todo eso lo dejó ahora en el olvido y se convirtió en aliado de ellos y gracias a eso, él que no es economista sino abogado recientemente recibido, se convirtió en titular del Ministerio de Economía, en momentos de una fenomenal crisis.

Para eso, le sobran audacia, empeño y ambición.

Esto solo fue posible, ante la demostrada incapacidad del presidente para poder resolver esta difícil situación, y la enorme preocupación de Cristina de perder poder, ante la posibilidad de que en los próximos meses, el tribunal oral que la juzga, le dicte sentencia condenatoria.

Solo eso, explica que haya consentido que Massa aplique medidas de ajuste, aún mayor que las que motivaron la salida de su cargo, del ex ministro Guzmán.

Ocurre, que la inflación de julio, arrojará una suba no inferior al siete por ciento y a ese ritmo, alcanzará una anualidad de alrededor del cien por ciento; las reservas del Banco Central son casi nulas, debido a que debe seguir vendiendo dólares para contener la suba y se corre el riesgo de no poder cumplir la reducción del déficit fiscal pactado con el Fondo Monetario Internacional, lo cual puede hacernos caer nuevamente en default.

Lo que Massa pretende imponer, no es novedoso, ya que en situaciones similares otros gobiernos lo han intentado y el éxito de esas medidas depende de la tenacidad con la que se adopten, pagando los inevitables costos políticos que las mismas entrañan, ya que están lejos de provocar simpatía de ningún sector de la sociedad.

Inevitablemente, hay que evitar que se prosiga con la incontrolada emisión de papel moneda que constituye una de las causas principales de la inflación, destinada a satisfacer compromisos políticos y necesidades sociales en momentos de tanta privación,

Para hacer esto, hay que aumentar el precio de la energía eléctrica y del gas, ya que la imprevisión del gobierno de construir el gasoducto desde hace años previsto, obliga a importarlo. con precios cada vez mayores, en razón de la invasión a Ucrania provocada por el déspota ruso.

El malestar social que todo esto provocará, sobre todo en los sectores más carenciados, será creciente y ya lo han anticipado los líderes piqueteros.

La incógnita es hasta cuando los sectores kirchneristas, tolerarán la aplicación de este plan, que asegura una inevitable derrota electoral.

La alternativa que tal vez adopten, posiblemente sea la de atemperar esas medidas de ajuste, para poder llegar a completar el mandato, dejando que sea al próximo gobierno, al que se le produzca ese estallido, para después como siempre, acusarlo de ser el responsable.