Boca-Racing: el equipo de Alfaro perdió y dejó el invicto en la Superliga

Es complejo aislarse, es difícil esta vez no desviar el foco en el segundo partido de su semifinal por la Copa Libertadores, prevista para el martes próximo en La Bombonera. Que en la noche de este viernes fue una olla en ebullición. Y en ese contexto, Racing dio el golpe, ganó por 1-0 y dejó sin invicto al líder de la Superliga.

Deportes 19/10/2019

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Desde temprano, La Bombonera, sintió en sus entrañas, en sus pasillos, una vibración especial. "Que este martes cueste lo que cueste.", y "yo te quiero, Boca Juniors, yo te quiero de verdad. Quiero la Libertadores.". En cada mente habitaba esa copa soñada, la séptima, que asoma como una empresa muy difícil.

De los que el martes serán titulares, apenas Esteban Andrada jugó contra la Academia. Los xeneizes empezaron embalados, con toques de primera, buena circulación y la conducción de Emanuel Reynoso. Sin dudas, si el talentoso volante mantuviera con regularidad esas pinceladas que salen de su pie zurdo elevaría su estatus de futbolista. Pero el envión le duró un suspiro, lo mismo que a su equipo. Con ciertas semejanzas al planteo táctico desarrollado en la semifinal en el Monumental, Boca esperó en su campo a Racing y apostó a las corridas veloces de Sebastián Villa, que una vez más estuvo impreciso en las finalizaciones. Tampoco sus compañeros lo ayudaron en las llegadas al terreno del arquero Gabriel Arias.

La Academia, en tanto, fue acomodándose a medida que pasaron los minutos. A eso fueron sumándose graves errores en el fondo de Boca: fallas en la coordinación, falta de comunicación y despejes sin sentido. En una de esas salidas Racing se exhibió astuto, voraz. Rápido, Matías Rojas filtró un pase hacia la derecha y Jonathan Cristaldo se tomó su tiempo y encontró por el centro del área al intuitivo Marías Zaracho, que irrumpió como un rayo. Nadie lo persiguió. Tras esa acción, muchos recordaron el gol de Ignacio Fernández en el último superclásico.

 
A esa altura Lisandro López, el capitán del conjunto de Avellaneda, controlaba los tiempos desde la izquierda y exponía aun más a una defensa local cada vez más endeble. Racing se agrupaba y tenía el dominio. El final del primer tiempo encontró a Boca incluso más aturdido, sin reacción. En la cancha sobraban la confusión y la pierna fuerte; afuera los hinchas seguían pensando en River y unos cuantos insultaban al presidente Daniel Angelici. El nerviosismo era palpable.

El entrenador Gustavo Alfaro trató de mover la estantería con el ingreso de Mauro Zárate por Agustín Obando para la segunda mitad. Pero el equipo siguió sin desarrollar movimientos ordenados. No tuvo claridad ofensiva. Reynoso no logró zafarse de las marcas para hacerse dueño en la zona de creación. Las ideas no aparecían; apenas el sacrificio asomaba como una herramienta para subsistir.

El guion de Racing funcionó. El visitante se apoyó en sus ganas, tapó las salidas y apostó a sus cartas de ataque. Siempre con un jugador destacado: Licha López, que en La Boca se movió a su antojo. Claro, se habla de un futbolista inteligente que mejora con el paso del tiempo. Y con Matías Zaracho, un joven que va perfeccionándose y ya incorporó muchos conceptos del juego.

Para Boca viene el comienzo de una semana que lo marcará a fuego, de esas que fijan en qué hemisferio queda parado un club con miras al futuro. Lo saben Angelici; el director deportivo, Nicolás Burdisso; el capitán, Carlos Tevez, y todo el plantel. El equipo tuvo los pies en la Bombonera, ese lugar mítico al que regresará en breve. Pero su mente estuvo en otro lado. Y Racing, un justo ganador, lo aprovechó.

Fuente: La Nación

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